viernes, 23 de noviembre de 2007

EL CAMINO ANTIGUAMENTE Y AHORA...



Es evidente que debido a la universalidad de los Sagrados Misterios que han de conducir al hombre a la liberación final, éstos han florecido en todas las épocas que ha vivido este planeta.En tiempos ya pasados a nadie se le entregaba este Conocimiento si previamente no demostraba gran anhelo por liberarse, extremado valor para afrontar las adversidades y profundo respeto por esas s y tesoros, todavía para él secretos.A fin de orientar a nuestros queridos lectores quiero verter en estas páginas algunos recuerdos de épocas ancestrales...Si dijera públicamente que yo recuerdo perfectamente mis existencias anteriores, quizás causaría mofa entre los doctores de la razón. Pero, haciendo honor a la verdad, he de decirles a ustedes qué ni a nosotros ni a la ciencia importa esta risa irónica. Con justa razón decía Víctor Hugo: «el que se ríe de lo que desconoce, está en camino de ser idiota».Dar fe de todo aquello que realmente hemos experimentado directamente, es un deber para con nuestros semejantes, y ese es nuestro único propósito. Mi caso, francamente, no es el único. Otras personas también recuerdan sus existencias con claridad. Para nosotros la reencarnación es un hecho y no meras conjeturas de la mente...Pues bien, deben saber ustedes que yo estuve reencarnado en la tierra sagrada de los Faraones durante la Dinastía del Faraón Kefrén Conocí a fondo los antiguos Misterios del Egipto secreto y en verdad digo que jamás he podido olvidarlos.Una tarde cualquiera, no importa cual, caminando lentamente por las arenas del desierto, bajo los ardientes rayos del sol tropical, atravesé silente como un sonámbulo una calle misteriosa de esfinges milenarias, ante la mirada exótica de una tribu nómada que desde sus tiendas me observaba.A la sombra de una antiquísima pirámide, hube de acercarme un momento para descansar brevemente y arreglar con paciencia las correas de una de mis sandalias. Después, diligente, busqué con ansia la augusta entrada; anhelaba retornar al camino recto.El guardián como siempre, estaba en el umbral del misterio. Imposible olvidar aquella figura hierática de rostro de bronce y salientes pómulos.Este hombre era un coloso... En su diestra empuñaba con heroísmo la terrible espada, su continente era todo formidable y no ha duda de que usaba con pleno derecho el mandil masónico.El interrogatorio fue muy severo: «¿Quién eres?». «Soy un suplicante que vengo ciego en busca de la luz». «¿Qué deseas?». «Luz». (Muy largo sería transcribir aquí dentro del marco de este capítulo todo el ya consabido examen verbal). Después, en forma que yo califico de violenta, se me despojó de todo objeto metálico y hasta de las sandalias y de la túnica.Lo más interesante fue aquel instante en que aquel hombre hercúleo me tomó por la mano para meterme dentro del Santuario; inolvidables fueron aquellos instantes en que la pesada puerta giró sobre sus goznes de acero produciendo eso DO misterioso del viejo Egipto.Lo que sucedió después, el encuentro macabro con el «HERMANO TERRIBLE», las pruebas de Fuego, Aire, Agua y Tierra, puede ser encontrado por cualquier iluminado en las memorias de la naturaleza.En la prueba de FUEGO hube de controlarme a mí mismo lo mejor que pude, cuando atravesé un salón en llamas; el piso aquel estaba lleno de vigas de acero encendidas al rojo vivo: muy estrecho era el paso entre aquellos tirantes de hierro ardiente, apenas si había espacio para poner los pies; por aquellos tiempos muchos aspirantes perecieron en este esfuerzo.Todavía recuerdo con horror aquella argolla de acero enclavada en la roca, al fondo sólo se veía tenebroso el horrible precipicio, sin embargo salí victorioso en la prueba del AIRE; allí donde otros perecieron, yo triunfé. Han pasado muchos siglos y todavía no he podido olvidar a pesar del polvo de tantos años, aquellos cocodrilos sagrados del lago; si no hubiera sido por las conjuraciones mágicas, habría sido devorado por esos reptiles como sucedió a muchos aspirantes.Innumerables desdichados fueron triturados y quebrantados por las rocas, en la prueba de la TIERRA, mas yo triunfé y vi con indiferencia dos moles que amenazaban mi existencia cerrándose sobre mi como para reducirme a polvareda cósmica. Ciertamente yo no soy más que un mísero gusano del lodo de la tierra, pero salí victorioso.Así en verdad fue como retorné al sendero de la REVOLUCION DE LA CONCIENCIA después de haber sufrido mucho. Fui recibido en el COLEGIO INICIATICO; se me vistió solemnemente con la túnica de lino blanco de los Sacerdotes de ISIS y en el pecho se me colocó la Cruz TAU Egipcia.Todas estas pruebas iniciáticas eran realmente un filtro. Atrás quedaban siempre los miedosos y curiosos. Las s que iba a recibir el aspirante eran demasiado valiosas como para que alguien las profanara. No podían permitir los sabios de aquellos templos que se vulgarizara o tergiversara el Sagrado Misterio del Ser. Sólo el valor y el corazón sincero triunfaba en estas pruebas.Hoy en día las pruebas han cambiado. Ya no se pasan en el mundo físico. La forma, y no el fondo, se ha modificado. Los tiempos en que vivimos así lo requieren.Siendo la misma , la eterna Enseñanza, que se entregó en todos los Templos y Escuelas Iniciáticas, actualmente el filtro para conocerla no son ya las cuatro pruebas de la Naturaleza del antiguo Egipto, u otras pruebas que han tenido beneméritas instituciones; el filtro es la misma marabunda de filosofías y credos que poseen sendas escuelas y que confunden en extremo al que sincero busca el camino hacia la Luz.Para el navegante inexperto, en la oscuridad de la noche, no le resulta nada fácil encontrar entre las estrellas aquella que señala el norte...Amigo lector, llegado este punto sólo podemos decirle una cosa: investigue, compruebe y verifique los postulados gnósticos. No se conforme con creer o no creer. Esta le proporcionará todas las claves y prácticas para que por usted mismo la corrobore. Sólo así podrá saber con acierto si la Enseñanza es una teoría más o realmente es ese «mapa del Camino» que ha de conducirnos a la Gran Realidad que todo lo sustenta...

VENERABLE MAESTRO SAMAEL AUN WEOR.